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T678 CLARO QUE QUIERO

Claro que quiero salir del fango, de los pájaros muertos, de esta asfixia, del tormento. Quiero andar libre, sonriendo con manojos de gorriones agitándome el pecho y caminar con el día a cuesta y amanecerme de amaneceres llenos de gozo.

 

Claro que quiero dejar el unbral del infierno y poner mis pies en agua y chapotear como niño en el charco después de la lluvia que limpió mis ojos. Quiero aspirar toda la frescura de la noche en los montes y hacerme trino  y vuelo y ala, y hacerme mugido, alarído de la noche, relincho de potro en celo.

 

Claro que quiero... y olvidarme de la pluma y el martirio de los ojos negros quiero y deseo quitarme de la piel el olor de la nostalgia, lo ácido de la melancolía; quiero andar bicho inquieto, a los saltitos, sin importarme de donde vengo o a donde voy y donde caeré y caer donde sea que caiga y volar el aire que ahí este.

 

Claro que quiero, amiga, dejar de ser reiterativo, dejar el dolor acustico que muele mis entrañas y los amores amortajados teñidos de tristezas solubres; quiero sacarme las espinas, los puñales de mi espalda. Quiero poderte ver y verte, y ser feliz por verte feliz. Quiero entrar en el Olimpo y olfatear desde lejos los naranjos florecidos y estar limpio de condenas, culpas y sacrificios inútiles.

 

Claro que quiero, quiero defenestar las sombras y hacer ahiyu a la noche más noche, la más negra de las noches, la de las tinieblas sudorosas y desenterrarme y traerme del olvido. Quiero querer y que las estrellas sean firmamento y las sonrisas, banderías salvajes de los pájaros, quiero darles de comer en mi mano y soltarme en barriletes soñándome que te sueño.

 

Claro que quiero amiga mía... mas no puedo. Perdí el tren de la esperanza. ¡He muerto tantas veces! Quede en el camino, hace mucho tiempo que no hay nombre que me nombre, ya ni me pertenezco, que hasta la mismísima muerte me olvida. No hay huellas mías en el camino, ni él existe ya. Sólo frío, astío y hiel. No navego ni a la deriva, ni galopo en las crestas de la fronda, ni divago en la espesura de mis montes. No hay Pegasus ni una Atlántida me espera ni una Troya ni un Hector ni Ulices. Ni Rubén ni Pablo. Ni hay Tres Chiflados ni chaplines ni chavos ni cantinflas. No hay hay infancias sobre los ciruelos ni aro ni varilla ni gomón en los ríos ni patineta ni canícas ni las bici con las gomas pinchadas. Tampoco está mi padre ni mi amigo. Mi perra no me lame y mis gatos se me esconden. No estoy, he quedado imagen vacía.

 

No puedo mi amiga... ¿ves?.. no puedo. La vida pasa por otro lado lejos de mi cauce seco, mi sacha alma se diluye en un espejismo púrpura, levemente tenue y el fondo negro donde desapareceré.
Lo siento, no puedo. ¿Me comprendes?

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