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sacanueces

T676 OLVIDADO (HOMBRE SIN ROSTRO)

Un murallón de miradas detuvo el silencio, trinchera del alma.

 

¡Grité y grité! ¡Grité que te amaba!

 

Quería que me escucharas, que me escuchara tu alma.

 

Quería que lo escucharan todos y que todos, también, supieran, que yo, el hombre sin rostro, volvió de las sombras por amor.

 

 

Un murallón de: -Te quieros -rodeó el silencio, tapó la ausencia, llenándo de luz los recovecos de las entrañas.

 

¡Cuantos –te amo –cuantos –te quiero –se hicieron ejército y fueron a tu guerra de amor y amapólas!

 

Fueron a tu encuentro cientos y cientos de soldados llevando mis gritos, mis lágrimas enamoradas. ¡-Te amo, -te amo! -se escuchó en el universo, que hasta vergüenza sintieron los ciegos del corazón.

 

 

¡Ah!.. He quitado las cortinas de plomo, desterré el humo de mis ojos.

 

¡-Verte, -quiero verte!

 

¡Quiero hacer cimbrar tu osamenta, cual cascabel de serpiente contenta; abrazarte fuerte, fuerte y destronar el olvido y esos sentidos que taponaban tu boca, esas galletas de hiel que te amordazaron!

 

 

Llenarte, quiero, de besos y empapelar tus labios, tus pechos y tu sexo con la humedad de mi boca, como loquitos peces detrás de la orca.

 

Quiero besarte y tragarte y hacerte sentir la locura que habita en mi alma disparatada ¡-es que te quiero, -que te amo tanto! – que no puedo controlarme, frenar este animal insurrecto. Este, él que piedra a piedra, ojo, lágrima y sangre, hizo ese murallón de miradas, esa trinchera del alma que detuvo mi silencio; él que me quitó la mascara sin sueños, la del hombre sin rostro olvidado.

 

 

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