T 897 CABALLOS DE RÍO
(a veces me voy como desenredando la niebla
tras un atardecer o de tus grotescos ojos de vaca
me voy disimulando haber sido… y hasta ser
para pasar como una nube taimada quizás un alegre nubarrón
y aparecer así del otro lado del destino
del horizonte rasgado
donde salpica la noche un río de estaño
tus ojos claros y el rubor inconfundible con que puebla sus mejillas
una muerte sin rumbo
casi te diría: sin sentido
una de esas: la que todo se olvida)
golpean con sus cascos medallones de níquel
como a un queso gruyere
lleno de huesos de estaño y plata
y vos y yo atónitos
casi cromados
viéndonos reflejados
en esas lunas esculpidas por casualidad
por algún dios que nos engaña
entre los árboles dejándolas
como luminosos timbres postales
de cartas sin dirección
vos y yo
te decía
que atinamos a apretar las manos
vemos pasar la vida por dentro
muy por dentro
atravesándonos el ojo del alma
con un silbido de agudo silencio
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