XX292 LA MUERTE DE UN HIJO
había sangre en los cuencos de sus manos
sangre en los clavos y la madera
bajo su corazón entre las costillas
corría sangre sobre su frente desde bajo las espinas
y sobre el lomo de sus pies cruzados y clavados
su rostro teñido, la mirada triste
la tarde se dormía
vos y yo sin entender nada del hallazgo que encontramos, por ahí, en Internet
viéndolo tétricamente en la imagen de una estampita…
te pregunté el por qué de tan enorme padecimiento
y el por qué de esa maldita costumbre con que se enviciaron los dioses:
la de sacrificar vidas humanas
te pregunté y pregunté…
pero vos mirabas para otro lado como a quién no le conciernen esas cosas
insistí: pregunté por tu hijo, el flaco aquél, el de los milagros…
tu barba larga y la blanca cabellera zumbaron estrepitosamente cual viento, como rayo roto destrozó el silencio, cuando te fuiste dando un último portazo
esa misma noche te escuche llorar arrepentido
por no haber estado vos en su lugar, entre lágrimas maldecías…
no hay humanidad que valga la muerte de un hijo, pensé
pero la historia ya se había escrito
otra vez, como de costumbre, con la sangre del hombre
0 comentarios