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T843 cronica del patibulo, la princesa y la naturaleza bestial

T843  cronica del patibulo, la  princesa y la naturaleza bestial

 

   El pasillo era húmedo, casi oscuro, frío, sólo se escuchaban el ruido de los torpes tacones de botas cargadas de lodo y estiércol, como una marcha lenta de los ángeles de la muerte; el tiempo parecía caer retardadamente, paso a paso.   -“Tengo un fusil remontado en el corazón!” –se decía la princesa con los ojos entrecerrados, mientras caminaba cubierta por una mísera túnica sucia y raída, con los pies descalzos y las manos atadas a la espalda. Quedaba atrás la vida cómoda de los palacios, los baños en leche de oveja, los sirvientes, los paseos por los floridos jardines de las afuera del palacete.   La custodiaban hombrezuelos, salidos de la más baja plebe, hechos, ahora, milicianos, revolucionarios de ley.  Brutos, burdos y bruscos, la llevaban casi a los empujones, a veces arrastrándola, haciéndole sentir su indefensión, su impotencia ante lo inevitable y ellos se sentían eso: duros, trágicos e inevitables. Tratando de humillarla cuantas veces más se pudiese, intento inútil ante tanta dignidad. Mujer de hierro, Zarina, hembra, leona al acecho, mujer corazón de pan y golondrinas, mujer de pájaros en el alma.   Nunca tuvo principado, ni sus padres Zares ni Reyes fueron, pero así se sentía ser; así, después de haber respondido a su más pura naturaleza. Inevitablemente había y se había traicionado en su amor de origami. Fue leal a si misma, pero a quien decía amar, hasta lo escupió por la espalda. Una princesa en desgracia se sentía.   -“Tengo un fusil remontado en el corazón, qué sensación de poder, que ni la muerte para las ideas” –iba repitiéndose. Cronos jugaba como de costumbre, deteniéndose de tanto en tanto, a pesar que deseaba ir más a prisa, no podía, todo parecía impedírselo, los custodios, la eterna distancia de ese, ya, pequeño pasillo. Se escuchaba afuera la turba, la multitud ansiosa , muy impaciente, deseosa de ver correr sangre. El verdugo alistaba su hacha afilándola con una piedra curva, curiosamente negra, vaya a saber su por qué.    Ella quería que esto acabara pronto, no sabía hasta cuando podía mantener su frente en alto, su dignidad, su linaje, para lo que ella había sido siempre preparada, el brillo de su orgullo. Pero en su más profunda intimidad, estaba asustada, terriblemente asustada; desde lo más adentro, desde el fondo, deseaba que apareciera su príncipe, azul, amarillo o del color que quieras, y en su pegasus blanco de enormes alas la rescatase y la llevara por el aire al castillo encantado, previo haber matado a todos los malos, para olvidar este mal trance y creer que sólo era una pesadilla.   La tarde caía gris, como tormentosa; desde arriba, afuera, se podía ver pasar los autos con las ventanillas abiertas y a los transeúntes con camisas o remeras de mangas cortas, acusando así, un ambiente pesado, de incipiente humedad, de esos previos a las despiadadas tormentas de verano.   Lágrimas no le caían, pero en el pecho algo se le estrujaba, como una angustia que asfixia. Entre los mensajes de texto que mandó desde su celular, el que le mandó a su perro fiel Sorayo, decía: -escribime un cuento de princesas y castillos, de esos enormes y encantados, con unicornios y hadas y donde el príncipe, ¡no!, el más bello de todos los príncipes, me salva y ajusticia a todos los que me hacen daño, los feos ogros, los malos. –Sorayo escribía por no saber ladrar. No mucho después, minutos nada más, mandó el siguiente, también a Sorayo: -no, mata al príncipe y pone en su lugar a mi amor de origami y al otro que lo ajusticie como a los malos.-   -“Tengo el fusil remontado... –y nada más alcanzó a murmurar. Su cabeza, por fin rodó por la tarima del espeluznante escenario. El público enloqueció vitoreando al verdugo. Se había hecho justicia, justicia popular. Con la princesa decapitada, la sangre azul, la pureza, la estirpe, la nobleza, el linaje, otra vez regaba con sangre la tétrica  tarima, en otro de los tantos actos de la obra maestra: La revolución Rusa. Pero a pesar de ello, la cabeza de la damisela, ex zarina, ex princesa, se pesó en orifés y la cuantía se repartió entre los miserables.   Caminó con un puñado de sedantes y tranquilizantes en una mano y en la otra un vaso lleno de wisky hasta el borde de la ventana, parecía no tener más deseos de seguir. Abrió una de las hojas, apenas se asomó, como para verificar los ocho pisos que la separaban del asfalto y en donde pondría fin a su tragedia. Una brisa suave y húmeda le acaricio el rostro, ya se sentía algo mareada, quizás la bebida. Sintió que las piernas no le respondían o muy poco, pero le alcanzó para girar sobre si misma y echar una mirada, una contundente mirada al departamento, como si fuera a ser la última vez que lo iba a hacer y caviló. Un poco de viento que entró por la ventana abierta, le encimó la cabellera sobre su cara. Como te decía, caviló, pero nada; pero nada más que eso, caviló y así cavilando de espalda cerró la ventana que la despeinaba, fue hasta el baño, tiró las pastillas al inodoro, después se fue al cuarto y se tiró en la cama, tomó su celular y: -hola Ra, ¿qué estás haciendo?, ¿podés venir?.. me siento muy sola...-   Muerta la princesa, vive la rea, pensaba. Mientras lo esperaba, se masturbó ansiosa y desprolijamente imaginando.   Otra vez, como en todas las historias de amor a la distancia, el suyo de origami, lo olvidó a causa de su naturaleza bestial.    

T839 Posible crónica de un después

T839    Posible crónica de un después  

  

 "Las olas arreciaban contra la barcaza, parecía que las aguas estaban ensañadas, un faro los miraba desde lejos y las gaviotas se escondían temerosas

 (... -mamá dice que debo portarme bien y hacerle caso a la seño, porque así voy a ser como Carlitos; Carlitos, el gordinflón de quinto grado, el que es abanderado.   –mamá dice, que si soy abanderado voy a ser más bueno; pero si no quiero ser ni abanderado ni más bueno; quiero ser bombero. –si, si, andar en esos carrotes enormes que hacen mucho ruido con la sirena, esos que te hacen sentir importante, porque al pasar, todos se hacen a un lado. –vas a ver, cuando pase con el camionón, a la Martita de quinto grado, la dejo así: con la bocota abierta... y no la voy a llevar, pero a vos si, porque vos me prestas siempre el lápiz, la goma y me das alfajor en la merienda...

    ...después, -la Marce dice que todos los del grado somos unos bolu, ¿de qué se la da, porque venga con el celu al cole se agranda?, yo uso aros ¿y qué? -Esta tarde no pienso chatear con ella, lo voy hacer con la Marty, así muerde el freno, vas a ver. -No mi papá no vino esta semana a vernos, la ma dice que tiene mucho trabajo, pero se que es por la otra, la del quiosco de allá...

  

...después, -creo que me enamoré de la profe de ingles, ya lo se, pero no es tan vieja, yo le escuche que tiene como veinticinco, no me lleva tanto, apenas doce años; -¿Acaso no viste como me mira?-Cuando estoy cerca me tiembla todo, no puedo, no puedo, me agito, me agarra un calor enorme y algo me pasa en el cuerpo, que se yo, es raro. -No, no le dije, a ver si todavía se lo dice a mi vieja, pero me muero por ella...

  

...después, -me quedaron dos, pero pasé a cuarto año. -En este me pongo las pilas a full y ni una me llevo, vas a ver...

  

.

..después, -rendí bien el cursillo de psicología, creo que me gusta mucho, es casi lo mío...

  

...después, -van a ser dos años que estamos de novio, hago la tesis, me recibo y nos casamos...

...después, -pensar que de chico quería ser bombero. -Cuatro hijos, profe adjunto de la facultad, consultorio, economía estable, aspiro a ser director de cátedra.   -¿qué me deparará el destino?..

  

..después, -esta chinita que me hizo abuelo. -Apenas llego a los cincuenta y ya soy abuelo, ¡qué lo parió! -Abuelo separado. -¿Que pensará la flaca de esto que nos pasa, abuelos separados?, ¿cómo lo podremos ser?..

  

...después, -morirse así, flaca atorrante, sin decir nada. -No le pude decir que a pesar de todo la amaba. -Pero creo que lo sabía, porque hace poco, en el cumpleaños de quince de la mayor de las nietas, entró con migo del brazo, como los viejos tiempos, como cuando nos casamos...

..después, -jubilado, solo. -¿Ahora qué?..)

  

Y la mar embravecida, en segundos tragó una vida completa, sin ninguna contemplación, como minúsculo tributo a un destino cruel y prefijado."  

NOTICIAS:    

                   ¡Naufragio cerca del faro Punta Muerta!:                                                                                          

      Nada se pudo hacer por el menor de la familia Peralta, quienes habían naufragado frente a la costa del faro, desapareció en el mar. La búsqueda sigue a pesar del mal tiempo.   

T 833 Crónica de una carta que no se pudo escribir

T 833  Crónica de una carta que no se pudo escribir

   (... OH ! si esta lluvia cesara, podría quitarme la tristeza de extrañarte, así, mucho, como te extraño y salir de este lodo melancólico y caminar hasta el quiosco para comprar el diario. -¿sabes?, busco trabajo-...

    ... Si esta lluvia cesara, con ese diario bajo el brazo podría ir caminando a los lugares donde ofrecen los trabajos -¿te acuerdas que auto no tengo y que la miseria de mis bolsillos es infinitamente grande, no?- y quizás, conseguir alguno, que quizás también podría llegar a hacer y con el dinero de la paga, que no creo que pudiese ser demasiado pero alcanzaría, mandarte una carta para pedirte perdón. Claro si la lluvia cesara y la tristeza desapareciera, si no pensara en vos, digo. Pero llueve y llueve, y más llueve dentro de mí...)

   En un cuarto de luz extenuada, donde apenas había recuerdos de algún revoque sobre sus paredes, y estas, eran presas fáciles de las humedades y donde, también, el frío filoso y contundente inundaba desde el techo hasta los pisos. Entre los sonidos persistentes de una lluvia inacabable, frente a la mesa, la ventana, lo vio tomar la pistola y dispararse un tiro sólo una vez.

   Las ratas lo encontraron primero y en los diarios no salió.

T 829 Crónica de un suicidio anunciado

T 829 Crónica de un suicidio anunciado

      “desperté con la muerte atrapada entre las manos,

quizás el tiempo se ancló a mitad de mañana,

antes que la sombra desapareciera bajo los pies”

    el aire fresco me vio cruzar la galería, pasar frente a vos y bajar por la anchura de escalinata de rústica roca, pero los pájaros estaban callados, menos los míos, los del alma, que lloraban a los alaridos.

 no escuchaste nada, o si, no se, iba apenas con unas medias grises, casi descalzo, negras mis botas las apretaba contra mi pecho en un abrazo desesperado; tomé la vereda de las margaritas y apuré el paso.

 te escuche gritar: -¿¡adonde vas!?- desde el balcón, arriba, en la galería me lo decías, desde donde me veías partir,  -allá -murmuré entre dientes apretados y las pupilas fijas hacia adelante    por el sendero que se descuelga hacia el río, mientras el corazón latía agitado,me di cuenta que no entendía la razón de mi existencia.

atormentado estaba, ni más ni menos de cómo había vivido, el monstruo y yo caminábamos por última vez de la mano, sobre los mismos pies, hacia la misma garganta oscura, él tampoco se resistía. me detuve en el lugar donde terminaría la historia, no estabas y nunca llegarías, eso si que deseaba con el alma,

¡realmente deseaba que llegases!  

  luego un árbol, la rama, el alambre, mi cuello, el cimbrón, mecerse pendularmente.

y entrar por fin en la nada,  con la última imagen bondadosa:de verdes y pájaros y aire fresco y el sol colándose entre las copas de los freznos, acacias, cipreses y moras,  y abajo el río, el último testigo, silencioso testigo,llevándose para siempre mi pesadilla.

vos no estabas        

T 830 Crónica de la soledad (descubrimiento)

T 830 Crónica de la soledad (descubrimiento)    después de la puerta, la escalera, el portón, la vereda y la calle   después de ese mundo poblado de infinitos, la mar cargada de barcazas, quizás amarillas, quizás rojas, azules y sus muelles llenos de marinos barbados, fumando pipa, tomando ron y los tugurios repletos de historias y misterios   después ovillar los pasos, el camino, con el bagaje  pesado de aventuras; cruzar la calle –hola don Juan, doña María -, atravesar la vereda, el portón, subir la escalera, abrir la puerta ansioso del abrazo y la bienvenida ... pero sólo te golpeas con un silencio de ausencia, el olor de los vacíos y un frío húmedo que te quiebra la piel   después, la puerta escalera portón vereda y ya en la calle alguien te dice: - murieron años atrás-    después, bastante después, ves ese mundo poblado de infinitos con ojos desorientados, y descubres la soledad

T831 Posible crónica de un viaje

T831 Posible crónica de un viaje

   un salto largo poblado de sueños estás por dar,

 subirte a la calle de la despedida e ir hacia el norte,

allá a la derecha de donde nace un sol de colores insospechados,

 donde te espera el hechizo (ese que una noche en la vigilia del infierno creaste para escapar)

    no habrá dioses que guarden aquel secreto ni ángeles guardianes que protejan a tu niña, sólo pájaros asustados que te servirán de guía, un búho de alas anchas y blancas será tu estrella y un abismo entre vos y tus recuerdos serán tus pies ligeros, esa urgencia de agua fresca imposible de detener   tus ojos negros, tu pelo negro, y tu cara firme sin lágrimas ni culpas, apoyadas contra el viento que sopla desde el infinito, crujen    (será el dolor que cimbra en las entrañas, lo que no puedes comprender con tus pupilas heridas que no cesan de sangrar)   habrá en cada costado una lanza hurgando entre tus costillas y en el centro del pecho el puñal de la despedida   no ha de haber más lugar en tu bagaje, ya repleto de nada y posiblemente alguna utopía por nacer   quizás sea la vida amiga mía, la vida que bosteza de aburrida una vez más    contarte de mi querría, pero habría tan poco que agregar, quedaré aquí, casi abandonado como quedan los perros cuando los amos se mudan y allá no hay lugar, husmeando, venteando, norteando, esperando como se debe esperar, como cualquier amigo o fiel animal